Rolls-Royce rompe todos los esquemas con su coche más salvaje

Rolls-Royce ha decidido reinventarse sin renunciar a su ADN. Tras el lanzamiento del Spectre, su primer modelo 100% eléctrico, la casa británica eleva la apuesta con el Black Badge Spectre, el vehículo más potente jamás fabricado por la marca: 659 CV y un par motor de 1075 Nm, todo en un cuerpo elegante, refinado y, por supuesto, eléctrico.

Este espectacular coupé de lujo es mucho más que una versión vitaminada del Spectre. Representa la visión más disruptiva de Rolls-Royce hasta la fecha, dirigida a un público que exige lo mejor en términos de rendimiento sin renunciar al confort y la personalización extrema. El Black Badge Spectre nace, según la propia firma, de la necesidad de responder a los exigentes estándares de los conductores de esta gama, conocidos por buscar emociones intensas y tecnología de vanguardia.

Para comprender mejor sus necesidades, Rolls-Royce ha ido un paso más allá: ha analizado miles de kilómetros de conducción reales de propietarios Black Badge (de forma anónima), descubriendo que estos usuarios exprimen la potencia en ráfagas breves, no en uso prolongado. Esta información ha sido clave para desarrollar dos innovadores modos de conducción: Infinity Mode y Spirited Mode.

El primero, Infinity Mode, se activa desde el volante y libera los 659 CV al completo, modificando incluso los indicadores del salpicadero para reflejar el nuevo estado del vehículo. El segundo, Spirited Mode, se inspira en los aviones propulsados por motores Rolls-Royce Merlin —como el mítico Spitfire— y permite una salida brutal: pisando freno y acelerador al mismo tiempo, el coche se prepara para liberar un par motor colosal que le permite acelerar de 0 a 100 km/h en solo 4,1 segundos. Todo esto, claro, sin perder la legendaria «Magic Carpet Ride» que define la experiencia de conducción de Rolls-Royce.

El chasis ha sido modificado para ofrecer más respuesta y confianza: dirección más pesada, estabilización mejorada y nuevos amortiguadores que controlan mejor la carrocería sin comprometer el confort. El resultado es un coche que transmite sensaciones al volante sin perder ni un ápice de suavidad, una combinación que hasta hace poco parecía imposible.

Y si el interior ya era sinónimo de excelencia, en el Black Badge Spectre alcanza otro nivel. El salpicadero se convierte en una obra de arte luminosa, con más de 5.500 estrellas sobre un fondo Piano Black, acompañadas de una reinterpretación de la Spirit of Ecstasy con el símbolo del infinito. Los colores del sistema digital pueden personalizarse entre cinco opciones —Vivid Grellow, Neon Nights, Cyan Fire, Ultraviolet y Synth Wave—, permitiendo armonizar los tonos físicos y digitales del habitáculo mediante el sistema SPIRIT.

En el exterior, la pintura Vapour Violet —un negro con matices púrpura— se inspira en la estética de los clubes nocturnos de los años 80 y 90. Las llantas de 23 pulgadas forjadas en aluminio, disponibles en varios acabados, y el capó en Iced Black cierran el conjunto con un aspecto agresivo y sofisticado al mismo tiempo. Todo esto, claro, dentro del programa de personalización Bespoke, donde cada cliente puede crear un coche a medida.

Con un precio base de unos 500.000 euros, este Black Badge Spectre no es solo el Rolls-Royce más potente, sino el más provocador, contemporáneo y tecnológico que ha salido de Goodwood. Y deja claro que, en la nueva era del lujo eléctrico, la marca británica no piensa quedarse atrás.

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