En un mundo saturado de novedades tecnológicas y lanzamientos constantes, el verdadero lujo en 2025 mira hacia atrás. Los relojes vintage y de segunda mano se han convertido en objetos de deseo para una nueva generación de coleccionistas y estetas que valoran la historia, la exclusividad y el carácter irrepetible de cada pieza.
En este renacimiento de lo clásico, destacan modelos que ya son leyenda. El Rolex Daytona, por ejemplo, sigue siendo uno de los crónografos más codiciados del mercado. Su versión «Paul Newman» ha alcanzado cifras astronómicas en subastas, pero incluso las referencias menos raras son objeto de culto. En este caso, no se trata solo de relojes: hablamos de patrimonio.
Otro icono que no pierde brillo es el Patek Philippe Nautilus, diseñado por el maestro Gérald Genta. La producción limitada y la discontinuación de ciertos modelos han disparado su demanda en el mercado secundario. En los círculos de alta relojería, poseer un Nautilus es una declaración de sofisticación silenciosa.
Y si hablamos de aniversarios, 2025 marca una fecha especial para el Cartier Pasha, que cumple 40 años desde su relanzamiento en los 80. Inspirado en un diseño original de los años 30, el Pasha representa ese estilo audaz y algo excéntrico que hoy vuelve a estar de moda. Cartier ha sabido revalorizar este modelo, que ahora es buscado tanto por coleccionistas clásicos como por un público joven, atraído por su estética distintiva y su herencia aristocrática.
El auge de los relojes vintage no es una moda pasajera. Responde a un deseo más profundo de autenticidad, de piezas con alma y con pasado. En un entorno donde todo parece efímero y producido en serie, tener en la muñeca un reloj que ha sobrevivido décadas y que mantiene su valor (incluso lo incrementa) es una forma de resistencia elegante.
Las casas de subastas como Phillips o Sotheby’s han sabido capitalizar esta tendencia, organizando eventos exclusivos donde los relojes compiten con obras de arte contemporáneo. Y plataformas especializadas como Chrono24 o WatchBox se han convertido en referencia para quienes buscan asesoramiento experto y garantía de autenticidad.
El mercado también se ha sofisticado: ya no se trata solo de comprar, sino de construir una colección con criterio, entendiendo la historia de cada modelo, su evolución, su rareza y su estado de conservación. En este contexto, el lujo deja de ser ostentación para convertirse en cultura.
Además, muchas de estas piezas ganan valor por sus imperfecciones: una pátina en la esfera, un bisel descolorido, una correa de época. Detalles que en un reloj nuevo serían defectos, pero que aquí se celebran como testigos del tiempo.
En definitiva, los relojes vintage no solo miden el tiempo. Lo encapsulan.