¿Cuál es el reloj de Felipe VI?

En un universo donde el lujo puede ser estridente y la imagen pública se mide al milímetro, el rey Felipe VI ha optado por una relojería equilibrada, sobria y funcional, que acompaña con coherencia su papel institucional. A lo largo de los últimos años, hemos podido verle lucir distintos modelos que, sin necesidad de grandes alardes, revelan mucho sobre su concepción del estilo y del tiempo.

Bulgari Octo Ultranero: presencia moderna con carácter

Uno de los relojes que ha captado la atención de los expertos es el Bulgari Octo Ultranero, una pieza sofisticada con caja de diseño octogonal y una estética contemporánea. El modelo destaca por su acabado oscuro y minimalista, que lo convierte en una opción ideal para eventos semi-formales o deportivos, como su participación en la Copa del Rey de Vela. Con un precio aproximado de 7.000 euros, este Bulgari ofrece una imagen potente sin caer en la ostentación.

Swatch Sistem51: accesibilidad con sello suizo

En el otro extremo del espectro, también se ha visto a Felipe VI llevar un Swatch Sistem Damier SUTB406, un reloj automático y asequible, con correa de silicona y diseño casual. Es una elección que sorprende, pero que también humaniza su figura y demuestra una aproximación práctica y desenfadada a la relojería cuando el contexto lo permite. Un gesto que refuerza la imagen de un monarca cercano, que no necesita recurrir siempre a grandes marcas para marcar estilo.

Patek Philippe Calatrava: el clásico de los clásicos

Para actos institucionales de alto perfil, Felipe VI ha sido fotografiado con un Patek Philippe Calatrava, posiblemente el reloj de vestir por excelencia. Su diseño clásico, elegante y perfectamente proporcionado lo convierte en una pieza ideal para trajes de etiqueta y ocasiones solemnes. La elección de una casa como Patek Philippe subraya el valor de la tradición y la excelencia discreta, características clave en la imagen de la Corona.

Un estilo medido, coherente y sin excesos

Lejos de acumular piezas por capricho o mostrar un despliegue de relojes millonarios, el monarca parece seguir una lógica de uso racional y simbólico de cada reloj según la ocasión. Cada modelo cumple una función: uno para la actividad deportiva, otro para el día a día y otro para ceremonias oficiales. En todos los casos, la elección privilegia la funcionalidad, la elegancia y la sobriedad.

En definitiva, Felipe VI demuestra que el poder también puede ejercerse con sencillez y buen gusto, eligiendo piezas que hablan más de compromiso y discreción que de estatus o lujo ostentoso. Y es que en la relojería, como en la monarquía, a veces el verdadero valor reside en lo que no se dice, pero se percibe.

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