
En el mundo de la política, cada detalle comunica. La forma de vestir, el corte del traje, el nudo de la corbata… y, por supuesto, el reloj. En el caso de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, su elección horológica habla de sobriedad, funcionalidad y una sofisticación sutil: el Longines Présence.
Lejos del exceso o la excentricidad que podrían permitirse otros líderes mundiales, Sánchez apuesta por un reloj clásico, elegante y perfectamente acorde a su imagen institucional. La colección Présence de Longines destaca por su diseño limpio y atemporal, con una caja de alrededor de 38,5 mm, esfera blanca y números romanos. Un diseño que recuerda a los relojes de vestir tradicionales, ideal para combinar con trajes y camisas de puño ajustado.
Este modelo está disponible tanto en versiones de cuarzo como automáticas, lo que sitúa su precio en un rango asequible dentro del mundo de la relojería suiza: entre los 700 y los 1.200 euros, aproximadamente. Es decir, una elección racional y accesible, pero sin renunciar a la calidad que caracteriza a una marca con más de un siglo de historia.
Lo interesante es que el reloj de Pedro Sánchez encaja con una tendencia cada vez más extendida entre hombres influyentes: la del lujo discreto. En vez de optar por piezas llamativas o sobrecargadas, el presidente se alinea con una filosofía de estilo más minimalista, en la que la elegancia se mide por la coherencia y la sobriedad, no por el brillo o la complejidad.
No es el único reloj que se le ha visto llevar. En contextos más informales o durante sus escapadas deportivas, ha apostado por un Garmin Forerunner 920XT, un modelo técnico con GPS y funciones multideporte, ideal para runners, triatletas o simplemente para quienes buscan un aliado funcional en su actividad física. Esta dualidad entre el reloj clásico para actos oficiales y el digital para momentos privados revela un enfoque práctico y contemporáneo hacia el uso del reloj.
En definitiva, el reloj de Pedro Sánchez no pretende impresionar, sino acompañar. Es una extensión de su estilo político: formal, sobrio, con guiños a la modernidad pero sin romper las formas. En tiempos donde el reloj vuelve a ser una declaración de intenciones, la elección del Longines Présence habla alto y claro: el poder también se ejerce desde la discreción.