Cuando IWC Schaffhausen lanza una nueva variante del Portugieser, el mundo de la alta relojería se detiene a observar. No es para menos: esta colección encarna el alma técnica y estética de la manufactura suiza. Y cuando esa nueva versión incluye tres de las complicaciones más codiciadas —tourbillon volante, fecha retrógrada y cronógrafo flyback—, estamos ante una verdadera obra maestra. Así lo demuestra el nuevo IWC Portugieser Tourbillon Rétrograde Chronograph (Ref. IW394009), una pieza de edición limitada que lleva la excelencia relojera a otra dimensión.
Su caja de 43,5 milímetros está fabricada en Armor Gold de 18 quilates, una aleación exclusiva de IWC que mejora significativamente la resistencia del oro rojo clásico. Este material no solo aporta un tono cálido y sofisticado, sino que garantiza una mayor durabilidad gracias a su microestructura optimizada. El resultado: una presencia imponente en la muñeca, pero con una robustez que no sacrifica el lujo.
Uno de los grandes aciertos de este modelo está en su esfera. De color obsidiana y acabada en 60 pasos artesanales, incluye nada menos que 15 capas de laca transparente, lo que le confiere una profundidad óptica fascinante. Este fondo oscuro sirve de escenario para las complicaciones, que se integran de manera armoniosa en el diseño clásico Portugieser: números arábigos, minutería tipo ferrocarril y manecillas chapadas en oro, además de apliques también en oro macizo. Un equilibrio entre sofisticación clásica y tecnología punta.
El tourbillon volante, visible a las 6 en punto, pesa apenas 0.675 gramos y está compuesto por 56 piezas individuales. Esta complicación, considerada una de las más exigentes de la relojería, compensa los efectos de la gravedad sobre el movimiento. Además, IWC ha integrado un mecanismo de parada que permite ajustar la hora con precisión de segundos, un detalle poco común incluso entre los tourbillons más refinados.
Otra joya de ingeniería es la fecha retrógrada, ubicada a las 9 horas. En lugar de la tradicional ventana circular, esta función emplea una aguja que recorre un arco del 1 al 31, retrocediendo al inicio al final del mes. Esta solución, además de funcional, añade dinamismo visual al conjunto.
El tercer gran atractivo técnico es el cronógrafo flyback: situado a las 12 horas, permite detener, poner a cero y reiniciar la medición del tiempo con una sola presión. Una complicación especialmente apreciada por los amantes de la precisión y la eficiencia mecánica.
En el corazón del reloj late el calibre de manufactura 89900, un movimiento automático compuesto por 375 componentes ensamblados y decorados a mano. Equipado con palanca y rueda de escape en silicio recubiertos por la tecnología Diamond Shell, reduce la fricción interna y mejora la eficiencia del flujo de energía. La reserva de marcha alcanza 68 horas, ofreciendo autonomía y fiabilidad.
A través del fondo de cristal de zafiro, es posible admirar los acabados Côtes de Genève y el granulado circular, así como el rotor de oro macizo que completa este festival de artesanía y tecnología. El conjunto se remata con una correa de piel de caimán negra, firmada por la casa italiana Santoni, y una hebilla desplegable en Armor Gold que aporta seguridad sin perder un ápice de elegancia.
El IWC Portugieser Tourbillon Rétrograde Chronograph se lanzó en una edición limitada de 100 piezas a nivel mundial, con un precio que ronda los 140.000€. Sin embargo, ya se encuentra completamente agotado, lo que confirma que en el mundo del lujo verdadero, la escasez y la excelencia siguen siendo la combinación más codiciada.