
Andreu Buenafuente es uno de los comunicadores más reconocidos de España. Humorista, presentador, productor y creador incansable, ha sabido moverse entre la sátira y la reflexión con un estilo inconfundible. Su manera de vestir refleja esa misma dualidad: combina lo formal con lo desenfadado, siempre con un aire propio. Y entre esos detalles de estilo, los relojes ocupan un lugar muy interesante, porque hablan de alguien que aprecia la relojería, pero que huye de lo evidente y lo ostentoso.
El reloj más famoso de Andreu Buenafuente
El reloj más característico en la muñeca de Andreu Buenafuente es el Girard-Perregaux 2598, un cronógrafo automático elegante y poco común en el entorno televisivo. Con su caja redonda, esfera limpia y movimiento de manufactura suiza, este modelo refleja un gusto refinado y alejado de lo masivo.
Girard-Perregaux es una de las casas relojeras más antiguas de Suiza, con historia desde 1791, y el 2598 es una de esas piezas que transmiten tradición sin necesidad de recurrir al protagonismo excesivo. Su precio se sitúa entre los 5.000 y 7.000 euros en el mercado, al tratarse de un modelo ya descatalogado.
En la muñeca de Buenafuente, el Girard-Perregaux proyecta distinción y singularidad, justo lo que define también su manera de comunicar.
Otros relojes que ha llevado Andreu Buenafuente
Además de su Girard-Perregaux, Buenafuente se ha dejado ver con otros relojes que refuerzan su versatilidad estilística:
Bell & Ross BR 03: un reloj de inspiración aeronáutica, con caja cuadrada y estética instrumental. Es una pieza muy reconocible, que transmite modernidad y personalidad. Su precio ronda los 3.000 a 4.000 euros.
Hamilton Jazzmaster sencillo: un reloj elegante y asequible, con caja de acero y correa de piel, que refuerza su gusto por relojes de líneas limpias. Alrededor de 600 a 900 euros.
TAG Heuer Monaco: un icono de los años setenta, con caja cuadrada y espíritu deportivo, que refleja su faceta más creativa y atrevida.
Rolex Datejust en acero: el clásico por excelencia, que ha aparecido en algunas ocasiones en su muñeca, aportando sobriedad y presencia.
Apple Watch: en contextos más cotidianos, como hombre interesado en la tecnología, también ha recurrido al smartwatch de Apple.
Este abanico muestra un estilo coherente: relojes con historia, con diseño reconocible y con una identidad propia, lejos de modas pasajeras.
La relación de Andreu Buenafuente con la relojería
Buenafuente no es un coleccionista que presuma públicamente de relojes, pero sus elecciones demuestran un criterio claro: le atraen las piezas con personalidad, con un relato detrás. No busca relojes “para aparentar”, sino relojes que cuentan algo, ya sea por su diseño (Bell & Ross, Monaco), por su historia (Girard-Perregaux, Datejust) o por su funcionalidad (Hamilton, Apple Watch).
Su relación con la relojería es parecida a su relación con la televisión: mezcla respeto por la tradición con una mirada abierta a lo nuevo, siempre con un toque personal.
Curiosidades sobre los relojes de Andreu Buenafuente
Que Buenafuente luzca un Girard-Perregaux 2598 lo diferencia de la mayoría de presentadores de televisión, que suelen optar por Rolex u Omega. Es una elección que confirma su carácter independiente y su gusto por piezas menos obvias.
El Bell & Ross añade un punto de modernidad atrevida, con ese diseño cuadrado tan reconocible, mientras que el Hamilton muestra que también disfruta de relojes sencillos, sin necesidad de recurrir siempre al lujo. Esa variedad confirma que no sigue un único camino: adapta el reloj al momento, igual que adapta su humor al contexto.
Andreu Buenafuente y su estilo relojero
El estilo relojero de Andreu Buenafuente refleja su personalidad televisiva: culto, versátil y siempre diferente. Desde el Girard-Perregaux 2598, que proyecta sofisticación discreta, hasta el Bell & Ross, que aporta modernidad, o el Hamilton, que subraya sencillez, todos hablan de un hombre que entiende la relojería como una extensión de su manera de estar en el mundo.
En definitiva, Buenafuente y sus relojes comparten el mismo espíritu: elegancia con un punto de sorpresa, como su humor inteligente y siempre imprevisible.



