
En Ginebra, donde la relojería es algo más que una tradición, la casa Phillips ha vuelto a hacer historia con la subasta de una pieza que roza el mito: el Patek Philippe referencia 1518, un reloj fabricado en 1943 que ha alcanzado los 17,6 millones de dólares en una puja que duró apenas nueve minutos y medio. La cifra no solo impresiona, también confirma el estatus casi legendario de este modelo, que ya había roto marcas en 2016 al convertirse en el reloj de pulsera más caro vendido en una subasta hasta ese momento.
Lo que hace tan especial a esta pieza no es solo su antigüedad o su complicación mecánica, sino el material de su caja: acero inoxidable. Patek Philippe produjo apenas cuatro unidades de la referencia 1518 en este metal, un material inusual para relojes de alta gama de la época, que solían utilizar oro amarillo o rosa. De hecho, de los aproximadamente 280 ejemplares que se fabricaron entre 1941 y finales de los años 50, la gran mayoría eran de oro amarillo, y solo una minoría en oro rosa. El acero, en ese momento, no tenía el aura de lujo que se le atribuye hoy.
Este reloj, en particular, fue el primero de los cuatro en acero inoxidable en salir de los talleres de Ginebra, lo que le confiere un valor histórico aún mayor. Más allá del material, el 1518 fue el primer cronógrafo con calendario perpetuo producido en serie del mundo, un logro técnico que cambió las reglas del juego dentro de la alta relojería. Esa combinación de ingeniería, rareza y prestigio de marca es la que hace que los coleccionistas se peleen por él cada vez que aparece en el mercado.
En la sala del Hotel Presidente, donde tuvo lugar la subasta, se dieron cita coleccionistas de renombre, relojeros legendarios y marchantes internacionales. Cinco postores compitieron por el reloj, pero fue uno de ellos, al teléfono, quien finalmente se llevó el trofeo. La discreción sigue siendo una de las reglas no escritas del coleccionismo de alto nivel.
Para muchos, hacerse con una pieza como esta no es solo una cuestión de dinero, sino de estatus dentro del selecto círculo de la relojería. Como describió la propia casa Phillips, tener en la colección un Patek Philippe 1518 en acero es tocar techo. Y en un mercado donde las cifras se miden tanto en millones como en emociones, este reloj vuelve a recordar por qué Suiza es el corazón palpitante del tiempo.



